¿Qué Trabajo Están “Contratando” Los Estudiantes Cuando Usan la Educación
¿Por qué tus estudiantes eligen TikTok antes que tu clase? La respuesta no siempre es falta de disciplina o capacidad. Con el enfoque Jobs to Be Done, descubrirás qué “trabajos” están intentando resolver realmente y cómo diseñar experiencias que superen cualquier distracción.
Emanuel Mesa
8/10/20255 min read
¿Qué Trabajo Están “Contratando” Los Estudiantes Cuando Usan la Educación?
(Aplicando Jobs to Be Done para reimaginar la motivación estudiantil)
Cuando daba tutorías de economía y física en la universidad, noté algo curioso: algunos estudiantes no tenían dificultades porque el material fuera muy difícil, sino porque no le veían el sentido. Años después, trabajando en software empresarial, conocí el marco de "Jobs to Be Done" (JTBD), una teoría que me ayudó a entender la motivación de los usuarios a un nivel más profundo. Hoy creo que esta misma forma de pensar puede transformar nuestra manera de entender la educación: si un estudiante no está motivado, no siempre es por falta de capacidad—es porque las herramientas, clases o plataformas que se le ofrecen no están resolviendo el “trabajo” correcto.
I. La idea central: Jobs to Be Done en el aprendizaje
La teoría de Jobs to Be Done—popularizada por Clayton Christensen, profesor de Harvard Business School que revolucionó cómo entendemos la innovación—se basa en una idea sencilla pero poderosa: las personas no compran productos por sus características, sino que los “contratan” para avanzar en algún aspecto de sus vidas.
Por ejemplo, un batido no es solo una bebida: puede ser “contratado” para hacer más llevadero un viaje largo o como recompensa después de un día difícil.
En educación, pasa lo mismo: los estudiantes “contratan” herramientas, plataformas e incluso comportamientos para cumplir objetivos concretos, ya sean académicos, emocionales o sociales. El “trabajo” puede ser sentirse seguros, evitar el aburrimiento, verse inteligentes frente a sus compañeros, ganarse la aprobación de un adulto o simplemente divertirse.
Este enfoque cambia la conversación. En lugar de preguntar “¿Por qué los estudiantes no usan esta plataforma?” o “¿Por qué no hacen la tarea?”, podemos preguntar:
“¿Qué trabajo están tratando de resolver, y esta herramienta los está ayudando mejor que las alternativas?”
II. Lecciones desde la tutoría
Cuando daba tutorías en UNC Charlotte, conocí estudiantes inteligentes, capaces y motivados, pero no siempre de la manera que los docentes esperaban. Algunos estaban enfocados en pasar un examen; otros se sentían ansiosos, distraídos o agotados. No evitaban estudiar por falta de capacidad—elegían opciones que sentían más útiles para lo que necesitaban en ese momento.
Por ejemplo, muchos usaban videos de YouTube para entender rápidamente un concepto, o veían TikTok cuando se sentían abrumados y necesitaban un descanso. El problema no era la falta de herramientas educativas—era que esas herramientas no competían bien con otras opciones que resolvían sus necesidades más urgentes.
Una hoja de ejercicios puede enseñar algo, pero si no genera confianza, avance o relevancia, es “despedida” en favor de otra cosa—aunque sea un meme o una distracción.
¿La lección? Las herramientas educativas no solo compiten con libros o clases. Compiten con todo lo que el estudiante tiene al alcance, incluyendo el mundo rápido y entretenido de TikTok.
III. Lecciones desde la innovación de productos
Años después, como líder de innovación en una empresa de software en rápido crecimiento, vi de primera mano que el verdadero impulso viene de resolver los problemas correctos. Me uní en una etapa temprana, ayudé a multiplicar los ingresos varias veces y guié la expansión hacia nuevos mercados, perfiles de usuario y tecnologías. El verdadero avance no se trató de crear más funciones, sino de entender a fondo el trabajo real que el usuario necesitaba resolver.
A veces, un usuario no buscaba grandes análisis de datos—solo quería impresionar a su jefe con un informe rápido. O no pedía automatización porque no confiaba en que el sistema hiciera bien lo que él normalmente hacía manualmente. Si diseñábamos con base en lo que creíamos que necesitaban, fallábamos. Pero cuando tomábamos el tiempo de entender la motivación real—el trabajo detrás de la petición—lográbamos mejores soluciones, mayor adopción y clientes más felices.
La educación no es diferente. Si los educadores solo se enfocan en “cubrir el contenido”, pueden perder de vista la motivación real del estudiante. Un plan de clase puede parecer perfecto en papel, pero si no responde al “trabajo” que el estudiante quiere lograr (como sentirse inteligente, visible o seguro), es probable que no funcione.
IV. ¿Cómo aplicar esto en la educación?
Lo bueno es que el enfoque de Jobs to Be Done no es exclusivo de la tecnología o los negocios—es profundamente humano y muy útil en la educación. Aquí algunas formas en que líderes escolares, docentes y diseñadores curriculares pueden empezar a aplicarlo:
1. Hacer mejores preguntas
En lugar de preguntar “¿Qué debo enseñar?” o “¿Cómo explico esta lección?”, comenzar con:
“¿Qué está tratando de lograr el estudiante al participar (o no participar) con este contenido?”
2. Diseñar con la motivación en mente
Ir más allá de compartir información. Diseñar experiencias que generen:
Confianza: ¿Pueden obtener una pequeña victoria que les muestre que están avanzando?
Autonomía: ¿Sienten que tienen opciones y control?
Curiosidad: ¿Esto despierta su interés o les ayuda a conectar ideas con su vida?
3. Observar y ajustar
Usar encuestas, datos de comportamiento u observaciones informales para detectar momentos de baja o alta participación. Muchas veces, la “fricción” señala que la herramienta no está resolviendo el trabajo correcto—o que otra necesidad (como pertenecer o sentirse seguro) se volvió más importante.
4. Cambiar el enfoque del contenido al propósito
En vez de preguntar: “¿Expliqué todo lo necesario?”, preguntarse:
“¿Creé una experiencia que ayudó al estudiante a avanzar hacia algo que le importa?”
Este cambio de mentalidad puede aplicarse tanto en actividades de aula como en el diseño de plataformas o planes escolares.
V. Pensamiento final
Cuando un estudiante no aprende, tal vez no sea culpa de la enseñanza—sino de una desconexión entre la herramienta y el trabajo que el estudiante necesita resolver.
La motivación no es un lujo—es la puerta de entrada al aprendizaje.
Los estudiantes no se comprometen porque se les diga qué hacer. Se comprometen cuando la experiencia resuelve un problema real para ellos.
El enfoque de Jobs to Be Done nos permite ponernos en los zapatos del estudiante, entender lo que realmente busca, y diseñar experiencias educativas que lo acompañen en ese camino.
Dejemos de asumir que la falta de interés es pereza o incapacidad.
Y empecemos a hacer una pregunta más poderosa:
¿Qué trabajo está “contratando” este estudiante cuando participa en la educación?
Sobre el autor:
Emanuel Mesa es cofundador de Mesa Education y director general. Diseña software que ayuda a estudiantes, educadores y profesionales a lograr lo que más importa—basándose en los trabajos que realmente están tratando de resolver.